En esta
ocasión les escribo sobre los templos y las costumbres religiosas que he
observado.
Lo que en primer lugar me ha llamado la atención es
que hay (sin exagerar) miles de templos budistas y taoístas. Según las cifras
que he investigado, existen en Taiwán 4037 templos budistas y 8604 taoístas.
Los templos tienen por lo general forma rectangular
con un patio central, rodeado de altares o capillas. Cada espacio
está lleno de decoraciones predominantemente rojas o doradas, muchas
incrustaciones de madera, columnas con dragones, ofrendas varias, árboles
bonsái, orquídeas…. Y todo esto perfumado con el olor a incienso.
Pero no solo
hay budistas, confucionistas o taoístas. También hay una creciente comunidad
cristiana. También hay católicos, protestantes y musulmanes, pero
en menor cantidad.
De acuerdo a
los pobladores, no están seguros de saber que filosofía exactamente es la que
persiguen. Adoran a diferentes Dioses. Se puede decir que son
politeístas.
Generalmente
en los templos se encuentra una deidad mayor en el altar principal y otras
tantas en los altares secundarios, donde se combinan santos confucianos,
taoístas o budistas. La gente es muy apegada a los rituales, acuden a los
templos en camino al trabajo, o al salir del supermercado o simplemente cuando
pasan frente a uno. Tienen muchos dioses y para cada uno hay ofrendas distintas.
Los estudiantes llevan apios o nabos a Wengchang para pedir que les vaya
bien en los exámenes. Ya les contaré si este Dios hace caso a los
pedidos. Hay otro Dios para las parejas, o aquel para encontrar los
objetos perdidos. También el de los comerciantes o Mazu, la Diosa del Mar, es
decir la protectora de los pescadores. En fin, no he logrado determinar cuántos
Dioses hay.
Pero además de
los muchos templos, en los hogares también hay pequeños altares donde veneran a
los familiares ya fallecidos, a quienes les piden consejos.
A propósito de
pedir consejos, una de las cosas que me llamó la atención es, que en todos los
templos hay unas pequeñas piezas de madera pintadas de rojo llamadas
"ZHIJIAO" o BUÁ BUÉI. Estas tienen forma de luna creciente. Son
como un gajo de naranja, que tiene un lado plano y el otro convexo. Se toman
dos de estas piezas; una en cada mano. Se piensa en algo que se desea consultar
y se lanza las maderas al piso. Si ambas piezas caen en plano la respuesta es
negativa. Si ambas piezas caen por el lado convexo es que se debe
reformular la pregunta o quizás no es buen momento para preguntar. Y si
cae la una del lado plano y el otro convexo, la respuesta es positiva. Lo
curioso es ver las expresiones en las caras cuando han lanzado sus “lunitas”.
Unos se ponen contentos y otros muy tristes.
Otro de los
rituales es encender inciensos, luego los toman con ambas manos y los
levantan frente a la cabeza. Se inclinan levemente cuatro veces antes de
clavarlo en la arena de los incensarios de bronce. En los templos la
gente habla, reza, canta, los niños juegan, otros juegan el ajedrez chino, los
monjes, hombres y mujeres cantan los mantras. Es decir, es un lugar de la
cotidianidad.
Pero nos solo
son muy religiosos. También son muy supersticiosos. Por ejemplo no les gusta el
número 4 porque su pronunciación “SI” evoca la muerte. Aunque los
caracteres son muy distintos, su pronunciación es igual, solo cambia la
entonación. De hecho me han dicho que si quiero alquilar un departamento
busque uno con número 4 porque me lo dan muy barato. Así mismo en los hoteles
no hay cuartos con el número cuatro y muchos edificios no tienen piso 4. En
cambio el número 8 es el de la suerte porque su pronunciación evoca riqueza.
En resumen, los taiwaneses son muy creyentes, tolerantes y respetuosos de las diferentes religiones. Uno de los tantos motivos por los que merecen mi admiración.
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